sábado, 3 de mayo de 2008

Yuri Gagarin Trío + Antonio Vega: Teatro de La Felguera (La Felguera, Asturias)

Excelente ejemplo de cómo uno entra en un concierto con la idea de ver una cosa y lo que se encuentra es algo completamente distinto. Es lo que se me ocurre decir al respecto del concierto en La Felguera de Yuri Gagarin Trío + Antonio Vega (ese es el nombre, y el orden de mención que venía en las entradas). El simple hecho de mencionar a Antonio es que te vengan a la cabeza las mismas cosas de siempre: voz frágil, Nacha Pop, letras trabajadas, Nueva Ola. Pues mira por donde lo que vimos, oímos y alucinamos los presentes fue poco de todo eso, cuando no absolutamente lo contrario.

Para empezar, Antonio Vega tiene un nombre que eclipsa a todo el que se le arrima, pero esta vez se empeñó en que no fuese así. De modo que el Trío (Basilio Martí, Anye Bao, Billy Villegas) empiezan el concierto con puntualidad y volumen atronador, exhibiendo dominio instrumental en una especie de… ¿jazz? ¿psicodelia? ¿fusión? Música atrevida, desde luego. Empalman tres temas de continuo y sin pausas, y mientras Bao se toma un respiro (llegó a romper una baqueta, de puro intenso) Basilio avisa que tras la siguiente tanda se va a sumar “un amigo nuestro”. Y embisten con otros dos números, a base de teclados, contrabajo y batería, sin parar y sin dejar de sorprender.

Y llega él. Un demacradísimo Antonio Vega, con larga melena y todo de negro. Saluda, educado. Toma la guitarra equipada con seis o siete pedales y un módulo midi. La sala es todo aplausos. Sonríe porque se sabe querido, y llega el momento en que se nos caen los atributos al suelo porque el ahora cuarteto la emprende con una versión de… ¡“Caravan”! Y siguen los sonidos tipo Canterbury, como si Soft Machine hubiesen recalado a la orilla del Nalón. Los chavales que estaban sentados delante de mi alucinaban. Un treintañero seguía el ritmo con sus brazos y rodillas, frenético. Mientras, en el escenario, los músicos hacían lo que querían con sus instrumentos, ahora suave y tranquilo, después fuerte e intrincado. Temas largos y cortos, bellos y difíciles. Soberbio.

Claro, muchos no habíamos caído en que con la reciente reunión de Nacha Pop, Antonio tiene las manos libres para hacer otras cosas. Y a pesar de su deteriorado estado físico, es admirable que tenga inquietudes tan sanas como hacer la música que le pone, ajeno a cortapisas del tipo “esto no vende”, cambiándolas por asertos como “esto es lo que nos pide el cuerpo y el espíritu”. Y con una forma de digitar y pasearse por el mástil de su Telecaster que solo cabe definir con una palabra: maestría. Cantó unos pocos temas: “Ángel caído”, “Océano de sol” (mi tema favorito de toda su carrera, por cierto), “Horizons”… y al final “Chica de ayer”, curándose de que no le critiquen diciendo “se ha pasado al rock sinfónico y reniega de los suyos” o maldades por el estilo. Al público se le respeta. Por supuesto.

En suma, una grata sorpresa, cuando yo (tonto de mí) me figuraba que este hombre no tenía nada nuevo que decir. Lo realmente triste es que no llenase el teatro, cuando Antonio Vega cuelga el “no hay localidades” allá por donde va. ¿No es Asturias el único sitio donde Nacha Pop tuvo que suspender su concierto de la gira 80/07 por no cubrir aforo? Y luego dicen que es una “mala noticia” la despedida de Manta Ray. Supongo que es lo que esta región se merece, apoyando a tanto mediocre y dando la espalda a quien sí sabe lo que hace.

[Rafa A. Balbuena, Nuevaola80. Imágenes: Fernando Rodríguez, lne.es]

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