miércoles, 22 de marzo de 2006

Siniestro Total: Moby Dick (Madrid)


La policía busca a cinco individuos que en la madrugada del pasado 22 de Marzo, causaron diversos altercados y disturbios en una conocida sala de conciertos de Madrid, arengando con discursos revolucionarios al público, dándose posteriormente a la fuga en un vehículo robado con el que provocaron graves daños en el mobiliario urbano de la capital. Son altamente peligrosos y se hacen llamar “Siniestro Total”, y pertenecen a un conocido club mafioso llamado Botafumeiro con sede social en Vigo.

Si los ven no canten sus canciones, o también acabarán formando parte de tan selecto club de desalmados.
El cabecilla de la banda Julián Hernández (voz y guitarra) y sus secuaces, a saber, Oscar García Avendaño (bajo y coros), Ángel González (batería), Javier Soto (guitarra) y Jorge Beltrán (saxo y teclados), deleitaron a la repletísima Moby Dick durante más de hora y media con un elenco de temas rescatados desde sus primerísimos discos hasta nuestros días.

Comenzaron su insurrecto discurso con “Cuanta puta y yo que viejo” entrelazando las canciones con comentarios totalmente caóticos y cachondos, haciendo honor a la historia de este grupo gallego.
Continuaron con la versión de los Dead Kennedys “La luna sobre Marín” (Moon over Marin) y “Tan hermoso”. Sonaron muy fuertes, mucha potencia, y mucha carne en el asador, lo que aprovechó el numeroso público para bailar de forma enfurecida muchas de sus canciones.

Siguieron su alocución recordando la relación amor-odio con la “Dolores”, “Una palabra tuya”, “Cultura popular” y “España se droga”.

Tumbados a la bartola, nos cantaron un Soul de un chino que había sufrido el Síndrome de Estocolmo.
Como en los viejos tiempos, comenzaron el primer bis con un popurrí con varios temas, todos entrelazados, “Soy un artista”, “Purdey”, “Todos los ahorcados mueren empalmados” (era gracioso ver a Julián pegado al micro soltando estrofas a una velocidad bestial, con la cara medio desencajada, resultando totalmente incomprensibles al menos para mis oídos) y “Al fondo a la derecha”.

Y llegó uno de los grandes momentos del concierto, Julián Hernández mandolina en mano comenzó a tocar, según él, la canción más famosa de la música tocada con este instrumento, el público desconcertado se miraba entre sí, hasta que empezaron a sonar los acordes del “Losing my religion” de R.E.M, y la verdad es que sonaba muy muy bien.

La cosa duró un minuto escaso, lo que tardó el público en tomárselo a cachondeo, y acto seguido sorprendieron con Emilio Cao, versión de David Watts, y uno de los temas que dieran a conocer con sus primeras maquetas.

Después, uno de los clásicos, “Bailaré sobre tu tumba” con el que el público enfervoreció aún más si cabe, a lomos de las magníficas guitarras de Julián y Javier nos deleitaron con el filosófico “Quienes somos, de dónde venimos, a dónde vamos”.

Posteriormente nos fuimos hasta las mismísimas Islas Cíes, a matar Jipis, y volvimos a ver la cara desencajada de Julián mientras recitaba estrofas indescifrables a una velocidad de vértigo, soltando los consiguientes perdigones sobre las primeras filas del respetable, que aprovechaba los acelerones de este tema para empujarse y bailar como posesos.

Luego lo dieron “Todo por la napia”, tocaron “Chusma”, y se despidieron con el “Sweet Home Alabama”, en versión gallega, mundialmente conocida por “Miña terra galega”, que aprovecharon alargándola para presentar a la banda haciendo cada uno sus pinitos con sus respectivos instrumentos.

Pero la gente pedía más, y volvieron para un segundo bis, y no se les ocurrió otra idea, que hacer una excelente versión del “God save the queen” de los Sex Pistols, que dejó boquiabiertos a los presentes, fue algo tremendo, ¡¡si me pareció ver la aparición fantasmal del mismísimo Sid Vicious!!

Continuaron, pidiendo la cuenta con el “Diga que le debo”, siguieron con la incestuosa “Bésame, soy gallego”, y evidentemente no iban a salir vivos de allí sin antes cantar el “Ayatollah!”, que fue el acabóse, la gente perdía las monedas, volaban los líquidos (no sé decir de qué tipo de líquido se trababa), se empujaban, se caían, etc, etc.

Y por último “Vamos muy bien”, y vaya que sí, nos fuimos muy bien, después de contemplar que Julián y Cía. siguen en plena forma, que dieron un conciertazo, que hubo mucho cachondeo, y que fue, al fin y al cabo, una auténtica fiesta.

[Javi Bernal, Nuevaola80]

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