miércoles, 10 de enero de 2007

Kikí d'Aki y Christina Rosenvinge: El Sol (Madrid)

DE VILLA FLIR A TIERRAS EXTRANJERAS

Segunda noche del Ciclo de conciertos de la Movida en la sala Sol, y primer llenazo, a pesar de ser entre semana y del intenso frío que sacudía la capital, para ver a dos ilustres del pop español, dos chicas, Kiki d´akí y Christina Rosenvinge.

Dentro de la sala no cabía un solo alfiler, en contra de lo que había supuesto, gente de todas las edades, y la duda que me invadió era si estaba lleno por Kiki o por Christina.

Para mi sorpresa, los primeros en salir al escenario fueron Kiki d´akí, pese a que en el cartel se anunciaba al revés. Maria José al frente, con sus dos fieles escuderos, Sergio López de Haro a la guitarra y Antonio Pazos al bajo y las bases electrónicas, comenzaron su actuación con “Quiero verte llorar”, uno de los temas más antiguos del actual repertorio.

Maria José, que vestía jersey verde, falda lila, medias a cuadros a juego y zapatos verdes conjuntados, nos deleitó como nos tiene acostumbrados, con su deliciosa y aterciopelada voz, toda una demostración de cómo su sencillez vocal luce con encanto, estuvo excelente toda la noche, y poquito a poco nos fue desgranando los temas de sus dos últimos trabajos (Mi colección y Villa Flir).

Sergio y Antonio, sin grandes alardes instrumentales lo hicieron todo a la perfección, ni un solo pero a su actuación. El público agradecía cada una de las preciosistas composiciones con aplausos, aunque se notaba que había más seguidores de Christina Rosenvinge.

Las orquestaciones preciosas invadieron la sala Sol durante unos cincuenta minutos que se me antojaron exquisitamente cortos, canciones como “Si hace sol”, que es capaz de hacer volar a cualquiera, “En mi soledad”, “El corazón cansado”, “Hoy te vi” o “La televisión”, fueron buena muestra de que la sutileza, la dulzura y la elegancia musical tienen un nombre propio en este bendito país, y ese es el de Kiki d´akí.
Solamente un pero, era una buena ocasión para haber desempolvado canciones del mini lp de Nuevos Medios, pues el contexto de la actuación era el idóneo para ello, pero aun así disfrutamos de lo lindo con el grupo, que se retiró para dar paso a Christina Rosenvinge, habiendo tocado 14 temas.

Todo la sala estaba expectante esperando la aparición de Christina en el escenario, y pasadas las 23:35 saltaron a la palestra en medio de un estruendoso aplauso. Parece que no pasan los años por la chica, el tiempo le ha tratado muy bien. Acompañada de bajo, guitarra y batería, comenzó su actuación sentada al teclado, se oían voces de algunos sectores de la sala decir “Ponte de pie”, la verdad es que solo la veían los de las primeras filas. Luego, cogió su guitarra y una vez de pie, pudimos contemplar su larga melena rubia.
Casi todos los temas que tocó eran de sus discos en solitario, que nada tienen que ver ni con el homenaje a la movida ni con los discos que en su día hiciera con Los Subterráneos.

Sonaron bastante bien, aunque a mí personalmente me aburrieron, bueno a mí y gente que como yo, esperaba algo especial, por lo que se conmemora, una mirada retrospectiva de su carrera en los años 80 ¿quizás?, pero nada mas lejos de la realidad.

Hubo gente que disfrutó muchísimo, fieles seguidores de su carrera en solitario, a los que a buen seguro no les decepcionaron, pero también otros muchos volvieron a casa desconcertados, quién sabe, quizás algunos después de dos décadas tenían la oportunidad de volver a verla en directo.

“Tok Tok”, “A liar to love”, “Quien me querrá”, fue de lo mejor de sus temas en solitario en los que ocasionalmente colaboró una teclista y un violín.

Casi a mitad de concierto tocaron “Mi habitación” de la época con Los Subterráneos, y casi al final del directo, tuvo un momento de nostalgia al recordar a los miembros de Ella y Los Neumáticos para presentar “Que frío”.

Se despidió con otra de la época de los Neumáticos “Prefiero ver la televisión antes que salir contigo”, y así cerró una noche en la que algunos volvieron a casa con sabor agridulce y otros encantados, pero ya se sabe, nunca llueve a gusto de todos.

Por Javi Bernal.

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