lunes, 22 de enero de 2007

Loquillo y Trogloditas: El Sol (Madrid)

POCOS TUPÉS PERO MUCHA ACTITUD

Como si tuviéramos una máquina del tiempo y nos hubiéramos transportado un par de años ha, nos encontrábamos en la sala El Sol de nuevo con Loquillo y Los Trogloditas, eso sí, cambiando la formación titular de la banda, unos por desavenencias y otros, como el gran guitarrista Guille Martín, porque desgraciadamente ya no están entre nosotros y cambiando también el motivo de celebración, que aquel día era el XXV aniversario de la sala.

Con tres cuartos de hora de habitual retraso, apareció la banda a través de los cortinajes negros del fondo del escenario, ante el ruidoso e impaciente público que abarrotaba la sala. Cada uno de los músicos fue ocupando su lugar, excepto el Loco, que desde el fondo, vestido elegantemente con traje negro y detrás de unas gafas de sol, miraba al respetable con esa media sonrisa ya tradicional.

Lauren Castagnet a la batería, Cuti a los teclados, Simón Ramírez al bajo, Jaime Stinus a la guitarra e Igor Pascual a la otra guitarra, fue la banda que acompañó al Loco en el inicio del espectáculo. El Loco tuvo unas palabras antes de comenzar que sonaron a excusa: “...si estamos aquí hoy es por respeto a Madrid, que fue la primera ciudad que escuchó nuestras canciones...”, pues por todos es sabido que no es muy dado a actuar en festivales o espectáculos que conmemoren aquella época ochentera.

Bajo la atenta mirada de un público, entre los que figuraban pocos tupés y pocas cazadoras de cuero, eso sí, ávido por escuchar los mordientes lingotazos de rock and roll de la banda, comenzó a rodar “Arte y ensayo”.

La verdad es que tiene que ser complicado para la banda, elegir el repertorio a interpretar, debido a la cantidad de canciones buenas que tienen, pero en ese sentido creo que la elección fue más que correcta.
El incasable Igor Pascual, se retorcía con su guitarra como un reptil, impresionaba verlo pletórico, derrochando energía en cada acorde que disparaba, así durante las casi dos horas que duró el espectáculo y en más de una ocasión el Loco lo miraba sonriente balanceando la cabeza demostrando admiración.
Cuatro bafles adicionales al pie del frontal del escenario imprimieron más vatios que de costumbre en la sala, que una noche más mostró un sonido impecable. El único pero, la falta de luz en la parte delantera en la posición del frontman, casi todos los focos que se dirigen ahí y que normalmente están encendidos, esa noche no lo estaban, imagino que por lo molesto que le debe resultar al Loco debido a su altura.
Loquillo, ya sin las gafas de sol, continuó cantando “Pégate a mí”, “Veteranos”, “Tatuados”, “La edad de oro”, una de las canciones más bonitas y delicadas del repertorio o “Hijo de nadie”, mientras nos deleitaba con sus pasos de baile, sus gestos, sus muecas, las miradas fijas al público, casi desafiantes, y por supuesto no faltaron unas palabras para el recientemente desaparecido Guille Martín, a las que siguieron otras desde el público recordando al también fallecido Pepe Risi. Para ellos estuvo dedicada “Los viejos amigos”.
Jaime Stinus y Simón Ramírez hacían su trabajo a la perfección, quizás a Simón se le vio un poco apagado, como en un segundo plano al fondo del escenario, seguramente le hubiera animado tocar “Quiero un camión” pero en esta ocasión no figuraba en el set list. Jaime estuvo mucho más activo, adoptando posiciones más cercanas al respetable y poses rockanroleras con sombrero incluido.

El Loco daba algún que otro traguito al vaso de whisky que le habían preparado. Continuaron con “Feo, fuerte y formal”, “Con elegancia” la cual Loquillo cantó sentado en un taburete de madera para dar paso a uno de los mejores tramos del concierto, ahí llegaron clásicos de la banda como “Cuando fuimos los mejores” narración de lo que fue una época y una generación, “Todo el mundo ama a Isabel” o la más reciente “Rock and roll actitud”.

El loco se gustaba, se mostraba amable, posaba para las fotos. Cuti y Lauren se desenvolvieron perfectamente durante toda la noche. Le tocó el turno a una de las canciones que se grabaron para la banda sonora del documental “Mujeres en pie de guerra”, que lleva por título “Antes de la lluvia”.

El tramo final del concierto fue inolvidable, el Loco presentaba la sorpresa de la noche, nada más y nada menos que el mítico guitarrista y compositor original de la banda, Sabino Méndez, vestido con chaleco, vaqueros y botas de punta, se colgó la guitarra, y después de que el Loco y él se abrazaran, comenzaron a sonar los acordes de “Rock suave”, el público estaba entregado. A Sabino le costó un poco coger el ritmo, pero no tardó mucho en soltarse a golpes de guitarra.

Nos tenían reservadas las joyas de la corona para el final, para entonces el torbellino Igor ya se había quedado en camiseta de manga corta que rezaba “Kiss” y no paraba de regalar púas al público. “El rompeolas” fue coreada por toda la sala, en “Rock and roll star” Sabino se atrevió con unas estrofas, y el recinto casi se viene abajo cuando Sabino inició los primeros acordes del “Cadillac solitario”, fue maravilloso, el Loco acabó por el suelo gritando Nenaaaaaaaa¡¡¡¡ , el público pedía otra, y volvieron Sabino y el Loco.

Sabino se sentó encima de un amplificador, y el Loco en el taburete, comentando “...aquí me siento superior...”, por la diferencia de altura, y el bueno de Sabino se lo tomó a guasa diciendo “...ya estoy acostumbrado...”. Terminaron con una versión a media luz, de “En las calles de Madrid” cantada entre los dos, tan solo con la ayuda de la guitarra de Sabino.

Una noche difícilmente superable, y sin lugar a dudas ha sido la banda que más emociones ha despertado entre el respetable.

Por Javi Bernal.

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